En el año 2011 Alejandra Dorado es invitada a participar en una residencia de artistas en La Perla, en el ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio de la provincia de Córdoba, Argentina, por donde pasaron 2500 personas, que están, en su mayoría, desaparecidas. Conocer las historias de las mujeres que allí estuvieron provocó en la artista recuerdos de la dictadura de Hugo Banzer Suárez en Bolivia (1971-1978). Son recuerdos de su infancia que se cruzan con las historias familiares. En esta performance Dorado produce un paralelismo entre la tortura a las mujeres en Argentina y en Bolivia. Toma la experiencia de una mujer boliviana que fue obligada a sentarse sobre un bloque de hielo durante 24 horas, forma de tortura que tiene una connotación sexual. Dorado se sienta sobre un bloque de hielo y allí permanece durante una hora. Repite, en su propio cuerpo, las prácticas de la tortura. Desde esta experiencia singular la performance conecta, con una quietud conmovedora, la cercanía entre las prácticas de las dictaduras latinoamericanas. El recuerdo, la memoria, convocados desde intervenciones simbólicas, son una forma de advertirnos sobre los peligros de la repetición de la historia.